La participación del gas natural en la matriz energética chilena ha ido aumentando progresivamente en los últimos años, situación que ha ido de la mano con su creciente posicionamiento a nivel mundial como un combustible amigable con el medio ambiente.
La construcción y puesta en marcha de los terminales de regasificación de GNL en Quintero y Mejillones le permiten al país contar hoy con un abastecimiento seguro, continuo y confiable del mismo. A ello se suma una interesante cartera de proyectos que busca ampliar la actual capacidad de importación y distribución a lo largo del territorio nacional, impulsado esto por el descubrimiento de grandes reservas de gas no convencional (especialmente shale gas) en Estados Unidos, fenómeno que está causando una revolución de la oferta en el mercado global de la energía.
Al ser el combustible fósil menos contaminante, el gas natural puede ayudar a disminuir los niveles de polución atmosférica, sobre todo cuando se le usa en procesos industriales y en la generación eléctrica. Es justamente en este último sector donde se ha producido un progresivo reemplazo de centrales a carbón o petróleo por ciclos combinados a gas natural. Un buen ejemplo es Estados Unidos, donde la electricidad generada con gas natural creció de un 20% a un 25% en los últimos seis años, remplazando principalmente al carbón. Como consecuencia, las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron en 450 millones de toneladas, la mayor caída registrada a nivel mundial.
En el caso de nuestro país, una reciente proyección elaborada por la consultora Systep señala que de darse las condiciones para una expansión del SIC en base a GNL, este combustible puede alcanzar una participación promedio anual de 24% al 2023 e incluso elevarse hasta un 31% en los meses de menor aporte de la hidroelectricidad.
El gas natural tiene también un gran potencial como combustible en el sector transporte, en particular en el transporte público mayor: es limpio y genera una combustión ambientalmente amigable, por lo que puede ser un aporte relevante a la reducción de emisiones que generan las fuentes móviles basadas en combustibles líquidos.
La abundancia de gas natural que hoy observamos y su consiguiente mayor competitividad está cambiando los paradigmas del sector energético mundial. Chile no está ajeno a esa realidad y es así como hoy estamos siendo testigos de un claro retorno de este combustible a la matriz energética nacional en un proceso que no tiene vuelta atrás.
Fuente: Revista Qué Pasa Energía N°5, marzo 2013.-