La alta contaminación atmosférica que aqueja a varias ciudades de nuestra zona centro sur nos ha hecho merecedores de un triste reconocimiento: Chile es hoy uno de los países más contaminados de la región y, peor aún, también de las naciones de la OCDE. Así las cosas, año tras año el problema ambiental lidera los rankings de noticias, dado el nefasto impacto que la contaminación del aire genera en la calidad de vida de la población.
Uno de los protagonistas de esta historia es el tan mentado “material particulado fino” (MP2,5), el más dañino para la salud de las personas. Según el Primer Reporte del Estado del Medio Ambiente, a nivel nacional el uso de la leña para calefacción de hogares representa aproximadamente el 92% del MP 2,5. De hecho, entre Rancagua y Coyhaique se estima hay 1 millón de estufas instaladas sin normativa y mínima regulación, cuyas emisiones de este contaminante afectan las salud de más de tres millones de personas.
Entre los expertos hay un consenso prácticamente generalizado en cuanto a la necesidad de prohibir las estufas a leña en las ciudades de Santiago al sur, y promover su reemplazo por sistemas de calefacción más limpios.
Un reciente estudio elaborado por Econsult estimó que si el gas natural lograra reemplazar un 75% del uso de la leña como combustión de los hogares –que equivale a una reducción de emisión de MP2,5 de un 69% a nivel nacional– el beneficio económico, por ganancia de productividad laboral y reducción de gasto en salud para el país, ascendería a más de $630 mil millones; ello, gracias a una reducción de enfermedades respiratorias, hospitalizaciones, muertes prematuras y ausentismo laboral asociados a la exposición crónica a material particulado fino. Se trata de una cifra considerable, que equivaldría a la construcción de casi cinco hospitales de alta complejidad como el La Florida, que atiende a más de un millón de habitantes en el sector sur oriente de la capital.
Parece atingente recordar que la propia Agenda de Energía del Gobierno identifica el uso de la leña como un “problema urgente que debe ser enfrentado con una mirada sistémica”, misma hoja de ruta que también promueve al gas natural como sustituto para este recurso. Conviene tener presente, además, que en la Actualización y Sistematización del Inventario de Emisiones de Contaminantes Atmosféricos en la RM, elaborado por la Universidad de Santiago en 2014, el gas natural aparece como el mejor combustible en cuanto a la protección del medio ambiente y resguardo de la salud de la población.
Ante la gravedad de la situación ambiental que nos afecta, creemos que ha llegado el momento de impulsar medidas más audaces y de largo plazo para hacerle frente. En este sentido, esperamos que nuestras autoridades materialicen el compromiso plasmado en su Agenda de la Energía e impulsen la expansión del gas natural, de tal forma que cada vez más chilenos y chilenas puedan acceder al beneficio económico y social que este energético reporta por menor contaminación.
La opinión pública debe saber que el gas natural es hoy una opción disponible, moderna y definitivamente sustentable, siendo una de las alternativas más eficaces para limpiar el aire que respiramos y generar una mejor calidad de vida para la población.
Fuente: Diario Pulso, 2 septiembre 2015