Columna de opinión del director ejecutivo de AGN, Carlos Cortés Simón.
(Fuente: Diario Financiero) La mala calidad del aire en la capital se ha convertido en noticia recurrente, problema que en este otoño-invierno se ha visto agravado por la falta de lluvias y las pésimas condiciones de ventilación de la cuenca.
Así las cosas, la salud de los santiaguinos se está viendo seriamente amenazada por la nube tóxica que se ha vuelto una constante en el mapa capitalino, dada su alta concentración de material particulado fino (MP 2,5).
Más allá de las características geográficas de Santiago, es evidente que la polución del aire no se genera sola. Diversos estudios coinciden en que las fuentes móviles contribuyen con alrededor de un tercio de las emisiones de MP 2,5, lo que obedece en gran medida a la alta participación de motores diesel, el combustible más sucio de todos, especialmente en el parque de buses de la locomoción colectiva.
Según ha trascendido, el nuevo plan de descontaminación para la capital _en actual definición y que estaría operativo el próximo año–, incluiría el establecimiento de zonas exclusivas para el transporte limpio. Sin embargo, creemos que se puede avanzar con más audacia en este sentido, a través de políticas públicas que promuevan la decidida incorporación del gas natural en los buses del Transantiago.
Nuestra Asociación ha venido planteando desde hace años que Chile tiene una oportunidad única para reducir los índices de esmog en Santiago, a través de la generación de incentivos para la incorporación de tecnologías limpias, como son por ejemplo los buses GNC Euro V que desde hace cinco años operan el transporte público en la ciudad de Punta Arenas. Este cambio permitiría reducir a menos de un tercio la emisión de óxidos de nitrógeno (NOx) en comparación con los buses diesel con filtro, y a menos de la mitad en el caso de las emisiones de monóxido de carbono (CO) y PM.
Conviene recordar que el gas natural ayudó a revertir la tendencia al alza de MP 2,5 en Santiago al volver a usarse en la industria, con lo que se logró, en 2010, los niveles históricamente más bajos de emisiones. ¿Por qué no darle ahora la oportunidad de hacer una contribución real y efectiva en el sector del transporte, más aún si se trata de una opción disponible y competitiva?