(Fuente: Revista Electricidad) Chile es uno de los países con mayor contaminación atmosférica de la región y también de las naciones que integran la OCDE. Cada año al comenzar la época de frío, las noticias sobre los altos niveles de polución del aire que aquejan a las ciudades de nuestra zona centro sur se vuelven reiterativas, al igual que la discusión en torno a las soluciones para revertir la situación. Sin embargo, el tiempo avanza y el problema se mantiene, afectando de manera directa la calidad de vida de miles de chilenos.
Gran parte del problema, según lo indican diversos estudios, deriva del uso indiscriminado de leña húmeda en los hogares, cuya preferencia se explica, entre otras razones, porque es un combustible de origen local (disponible), de bajo precio en comparación con otros sustitutos, y con un fuerte arraigo cultural. Pero la quema de leña es, por lejos, una de las principales fuentes emisoras de material particulado fino (MP2,5), el más dañino para la salud de la población, estimándose que más de 4.000 personas mueren prematuramente al año por enfermedades cardiopulmonares asociadas a la exposición crónica a dicho agente, según datos del Ministerio de Medio Ambiente.
En este contexto, muchas de las medidas planteadas en los Planes de Descontaminación Atmosférica que hoy se analizan apuntan al uso de leña seca y calefactores con mayor tecnología como el camino a seguir. Si bien creemos que esto contribuiría a mitigar el problema, definitivamente no es una solución sostenible en el tiempo por la condición de saturación que experimentan varias de las comunas afectadas.
Más allá de destinar importantes recursos al recambio de leña por leña, bien se podría recurrir al reemplazo de este combustible por otros energéticos más limpios y también disponibles, como es el caso del gas natural, un producto que tiene un bajo nivel de penetración en la matriz residencial, no obstante los enormes beneficios ambientales que reportaría su masificación. Una mayor utilización de esta fuente de energía en los hogares permitiría paliar en forma importante los impactos negativos de la contaminación al interior de los hogares y reducir los niveles de contaminantes locales.
Estamos ciertos que el problema de contaminación ambiental causado por el uso masivo de leña húmeda se debe trabajar en forma integral, con medidas estructurales de largo plazo que se hagan cargo de todas las externalidades negativas que tiene su utilización. Por ello, creemos que la solución no pasa solo por la entrega de subsidios para el recambio de calefactores, el fomento de uso de leña certificada y mejoras en la aislación térmica de las viviendas. Junto con promover sistemas de calefacción más limpios y seguros a nivel residencial, también es urgente impulsar un cambio de hábitos y costumbres en la población, informando de las dimensiones y los efectos nocivos que tiene el uso indiscriminado de leña húmeda en materia de salud pública y apostando de manera entusiasta por el gas natural como opción energética disponible, limpia y segura.