(Diario Financiero). La conveniencia de incorporar el gas natural vehicular (GNV) en la próxima licitación del Transantiago como una de las tecnologías que ayudarían a limpiar el aire capitalino, fue una de las principales conclusiones de un reciente seminario internacional realizado en Santiago, en el que expertos nacionales y extranjeros debatieron sobre las ventajas que ofrece el uso de este energético en el sector del transporte público. La asistencia de unas 300 personas al evento organizado por Fundación Gas Natural Fenosa puso de relieve el interés que despertó el tema en momentos en que se revisan y afinan las bases para la licitación de un tercio de la flota de buses del Transantiago, proceso que tendrá lugar a partir de 2018 y hasta el año 2021.
Resulta atingente señalar que a nivel mundial los buses con motores fabricados para operar con gas natural se están incorporando en forma cada vez más masiva, dado que su combustión es prácticamente libre de material particulado. Ejemplos de esta tendencia se observan en países como Estados Unidos, Corea, India, China, España, Italia y Perú.
En el citado seminario se dio a conocer la experiencia de la Empresa Municipal de Transporte (EMT) de Madrid –la segunda en tamaño de toda Europa occidental–, que desde 1994 viene utilizando en forma creciente la tecnología del gas natural, al punto que hoy el 50% de su flota de 2.000 buses opera con este combustible. Después de probar los distintos sistemas de propulsión, la balanza se ha inclinado a favor del GNV, tanto así que desde el año 2010 la empresa ya no compra buses a diésel, en un claro compromiso con la calidad del aire de Madrid.
Sobre los instrumentos de políticas públicas más utilizados en el mundo para generar el cambio hacia tecnologías más limpias se destacaron los incentivos económicos, como menores impuestos y subsidios, y las prohibiciones de circulación en determinadas zonas a vehículos más contaminantes.
Recordemos que en Chile el diésel tiene un impuesto que es un 35% más bajo que el del gas natural (corregido por rendimiento), lo que representa un contrasentido ambiental, toda vez que actúa como un incentivo al combustible más contaminante de todos. Con el paso de los años y, sobre todo, con el denominado “escándalo” de Volkswagen, ha quedado en evidencia que la combustión del diésel emite más micropartículas en suspensión (las más grandes MP10 y las minúsculas MP 2,5) y dióxidos de nitrógeno a la atmósfera. Estos elementos han sido señalados por la Organización Mundial de la Salud como agentes muy dañinos para los seres humanos porque exacerban patologías respiratorias y cardíacas.
Hoy la flota del Transantiago (cerca de 6.500 buses) está compuesta en su totalidad por vehículos diésel. La próxima licitación constituye, entonces, una oportunidad única para introducir mejoras y abrir el sistema a combustibles más limpios, entre ellos el gas natural, una tecnología que está madura y probada con éxito en varias capitales del mundo.