El rol del gas natural en la transición energética.

Chile, al igual que el resto del mundo, se encuentra transitando por un período de cambio tecnológico en el sector energético que busca reducir las emisiones de GEI. En el caso de la generación eléctrica, este cambio ha permitido que la generación fotovoltaica y eólica sean actualmente las de menor costo total de largo plazo, posibilitando a estas tecnologías adjudicarse licitaciones de suministro a precios sustancialmente inferiores a los que permiten las energías convencionales. Sin embargo, su despliegue definitivo está acotado por su intermitencia, entre otras variables. Es por esto, que las Energías Renovables Variables (ERV) requieren ser apoyadas por tecnologías convencionales para dar estabilidad y seguridad al sistema eléctrico nacional durante el proceso de transición, y actualmente, el gas natural (GN) es la fuente de energía tradicional más limpia que puede contribuir a garantizar la disponibilidad ininterrumpida de energía, es decir, la seguridad de suministro.

En el sector de generación eléctrica, el uso del GN puede acelerar el cumplimiento de las metas de reducción de contaminantes que vencen en 2030 a partir del reemplazo de generación basada en carbón por generación que utilice GN. Lo anterior, siguiendo las recomendaciones de la Agencia Internacional de Energía para países que, como Chile, cuentan con una elevada capacidad de GN no utilizada.

El uso del GN permitiría reducir las emisiones totales de CO2 del país en 12 millones de toneladas hacia 2030*. Esta cifra representa un 82% de la reducción comprometida por el Gobierno y un 27% del aporte neto de CO2 que se observó en el año 2016.

Avanzar en esta línea requiere de una modernización del impuesto verde (incorporando el costo variable en la decisión del despacho), y una señal de precio al alza de la tonelada de CO2 emitida, asegurando con ello mantener un equilibrio en lo recaudado.

Un sector donde el GN debe jugar un rol clave es el transporte. La reducción de las emisiones asociadas no sólo es de importancia medioambiental, sino también de salud pública. Las enfermedades respiratorias son la cuarta causa de muerte en el mundo y en Chile se registran más de 4.000 muertes prematuras cada año por esta causa. La principal fuente de contaminación en este sector son los vehículos a diésel. En emisión de MP 2.5 el diésel aporta con un 65% de la contaminación, mientras que en NOx, lo hace con un 68% del total. Esto ocurre a pesar de que actualmente representan menos de un cuarto del parque automotriz chileno.

El cambio desde un motor a diésel a uno a GN no solo reduce las emisiones de CO2 en torno a 20%, sino que además genera reducciones de NOX y de MP. Un bus que opera con un motor a base de gas natural comprimido (GNC) emite un 90% menos de NOX y un 80% menos de MP que el bus a diésel más eficiente del mercado (Euro VI). Experiencia internacional existe en California (2.250 buses que operan a partir de GNC), Delhi (4.700 buses a GNC), y en Madrid (1.395 buses a GNC); por solo mencionar algunos ejemplos.

En el transporte de carga, los camiones operados a gas aún son una tecnología incipiente en un mercado mundial dominado por vehículos a diésel y gasolina, pero ya se asoman como una alternativa a los camiones a diésel, especialmente en Estados Unidos y Europa, con los “corredores azules” de GNL. El uso del gas en el transporte de carga no solo tiene ventajas medioambientales, sino que reduce las pérdidas por robo de combustible.

Sin embargo, la actual estructura de los Impuestos que se aplican al parque vehicular (IEC) representa una barrera para un desarrollo del GN en este segmento de mercado. En efecto, el diésel paga un IEC de $2,32 por Mega Joule, mientras que el GNC tributa $2,98 por Mega Joule, es decir, que existe una diferencia impositiva del 38% que favorece al combustible más contaminante. Más aún, en el caso de los vehículos para el transporte de carga, el diésel tiene un beneficio tributario consistente en la recuperación de hasta el 80% del impuesto pagado. Así las cosas, se evidencia un sesgo en la legislación que favorece el uso del diésel como combustible en desmedro de alternativas menos contaminantes.

Como Asociación, proponemos modificar el IEC de acuerdo a GEI generados por tipo de combustible, en donde al menos se garantice la equidad tributaria entre los combustibles en términos energéticos, de modo tal que el GNC pueda competir con el diésel, como ocurre en la mayoría de los países desarrollados.

En el sector residencial resulta fundamental regular el mal uso de la leña como combustible y promover el uso de alternativas más limpias, especialmente el GN en aquellas ciudades del centro-sur del país que hoy cuentan con redes de distribución. Entre los beneficios de esta política destacan:
-Reducción en las emisiones.
– Evitar la deforestación del bosque nativo.
– Reducir la emisión de material particulado en zonas saturadas.
– Menor tráfico de camiones de combustibles en las ciudades, reemplazándolo por transporte por redes de distribución, más seguro y menos contaminante.
– Menores gastos en salud por el tratamiento de enfermedades respiratorias.

La disponibilidad de GN desde Argentina en su formato interrumpible en los periodos estivales, a precios muy competitivos, sumado a la existencia de terminales de GNL en el país, que le otorgan estabilidad y seguridad de suministro a todo el sistema energético, posiciona al gas como un combustible relevante, cuyos beneficios son evidentes a nivel de contaminación local, y sustantivos también en la reducción de GEI. El gas natural posee un rol clave en esta transición energética y una mayor presencia en los sectores eléctrico, industrial, residencial y de transportes puede contribuir a la solución de los problemas ambientales que hoy aquejan a Chile.

Asociación de Empresas de Gas Natural (AGN)

Extracto del informe “Visión y Acción climática del mundo empresarial para Chile” liderado por la CPC y EY.


 * El reemplazo de carbón por gas reduce en al menos un 50% las emisiones de CO2 por MWh generado.