El presidente ejecutivo de la Asociación de Empresas de Gas Natural sostiene que este energético permitirá avanzar a ambos países hacia una matriz más limpia, eficiente y segura.
Las inversiones asociadas al desarrollo del Gas Natural (GN) en Chile durante las últimas tres décadas han situado a este recurso como pieza fundamental dentro de nuestra matriz energética, siendo un motor de desarrollo sostenible.
Ha contribuido a la descontaminación de las ciudades, a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, al incremento en la productividad y competitividad de las industrias, y a una mejor calidad de vida en los hogares. Ese rol no ha cambiado hasta el día de hoy e incluso puede potenciarse en el futuro.
El vínculo gasífero entre Chile y la Argentina ha sido una herramienta muy significativa para que el GN juegue este rol tan importante.
En primer lugar, este energético se incorporó a la matriz chilena producto de los acuerdos binacionales alcanzados en la década del 90. Con los años, nuestro país diversificó sus fuentes de abastecimiento, contando hoy con una infraestructura robusta, con terminales de regasificación de GNL (en Mejillones y Quintero) que nos permiten acceso competitivo y regular a este recurso en el mercado global.
Dado que el GN juega una función clave en una matriz energética que evoluciona aceleradamente en reducción de emisiones, fortalecer el vínculo gasífero con la Argentina asoma como un objetivo altamente estratégico para ambos países.
Actualmente, la importación de gas natural argentino es un complemento del abastecimiento que ingresa a Chile a través de sus terminales, pero los proyectos de desarrollo de nuevos yacimientos en el país vecino, así como nuevas políticas que buscan promover mayores niveles de exportación de este recurso, generan expectativas respecto de una presencia futura de gas trasandino en nuestro país.
El denominado Plan Gas, impulsado por el gobierno del Presidente de la Argentina, Alberto Fernández, va justamente en esa dirección, contando con un capítulo específico sobre las posibilidades de exportación de gas Chile, especialmente en el período estival. Los resultados de dicho plan, que esperamos sean positivos, podrían marcar un nuevo hito en la relación bilateral entre ambos países.
Asimismo, y tal como se ha hecho en el pasado reciente, la exportación de gas desde Chile hacia el otro lado de la Cordillera de los Andes durante el invierno es también una herramienta a disposición de los gobiernos para reducir el uso de combustibles líquidos en la generación eléctrica de la Argentina.
Transición energética
Tal como ocurre en otras partes del mundo, el GN será el vértice de la transición energética de Chile, aportando con sus atributos para alcanzar una matriz carbono neutral, reduciendo emisiones anticipadamente, compensando o capturando sus propias emisiones y facilitando la entrada de soluciones renovables variables.
Así ha quedado establecido en el libro ‘El Rol del Gas Natural en la Transición Energética: Chile 2020-2050’, elaborado por Klaus Schmidt-Hebbel y Quiroz & Asociados, que nos ha permitido evaluar el panorama actual del GN y su aporte futuro. En ese orden de ideas, el trabajo demuestra que el reemplazo de carbón por gas en la generación eléctrica permitiría reducir en un 50% las emisiones de CO2 por cada MWh. Con esta sustitución y una mayor presencia de ERV, el sector eléctrico en su conjunto contribuiría a resolver el 68% de la brecha que separa a Chile de su meta de emisiones al 2030.
Todas estas potencialidades del GN invitan a mirar con optimismo el futuro del vínculo gasífero entre Chile y la Argentina, el cual permitirá avanzar a ambos países hacia una matriz energética más limpia y, a su vez, eficiente y segura en el abastecimiento para la población y los sectores productivos.
Fuente: El Mercurio