En tiempos en que tensiones geopolíticas alrededor del mundo ratifican la importancia de contar con un suministro estable de recursos energéticos -siendo el gas natural uno de gran valor estratégico por sus atributos, múltiples usos y rol en la llamada «transición energética”-, es oportuno poner en relieve el renovado rol que Argentina está teniendo en el aprovisionamiento de gas natural para Chile.
Desde las transcendentales inversiones realizadas en el país en terminales e infraestructura de gas natural licuado (GNL), puestas en operación en 2009, el gas natural trasandino ha pasado a ser un complemento al suministro que recibimos en los terminales de Quintero y Mejillones, los cuales nos permiten contar con la certidumbre necesaria -a mediano y largo plazo- en el suministro de este recurso, entendiendo que cerca del 70% del gas natural que se consume en Chile llega como GNL.
En este contexto, es importante destacar que desde 2018 hemos vuelto a contar también con gas argentino, como otra fuente de suministro, el que ha llegado a nuestro país en cantidades significativas, especialmente durante el último período estival –hasta 10 millones de metros cúbicos diarios a nivel nacional.
La complementariedad entre GNL y gas argentino permite acceso a este energético en condiciones competitivas, en momentos en que necesitamos asegurar la mayor cantidad de energías limpias para el país, siendo el gas natural altamente valorado por sus muy bajas emisiones en relación a sustitutos como el carbón o el diésel, y clave para la descarbonización de la matriz.
¿Pero qué ha permitido el aumento en los volúmenes de gas natural provenientes del país vecino? En diciembre de 2020, el gobierno argentino puso en marcha el denominado “Plan Gas.AR”, un esquema de incentivos cuyo propósito es aumentar y mantener la producción interna de gas natural, mediante contratos de mediano plazo entre producción y demanda residencial, comercial y de generación eléctrica. Dicho marco normativo incluye una figura de permisos firmes para la exportación durante los meses de verano, esto es entre octubre y abril.
Así, en mayo de 2021 la Secretaría de Energía de ese país (SEN) publicó una resolución con la reglamentación para las solicitudes de permisos firmes para el verano 2021-2022, estableciendo que el volumen máximo a autorizar sería de 4 millones de metros cúbicos día (m3/día) para la Cuenca Neuquina, y 2 millones de m3/día para la Cuenca Austral. Los datos muestran que casi la totalidad del volumen fue destinado a Chile. Luego, a fines de diciembre de 2021, la SEN habilitó una nueva ronda de solicitudes de permisos firmes para el periodo enero-abril 2022, otorgándole casi 4 millones m3/día adicionales: todos con destino a Chile.
De este modo, las operaciones interrumpibles que venían realizándose pasaron a dar lugar a flujos bajo una modalidad firme estacional, otorgando certidumbre y estabilidad en los envíos. En efecto, la operación se ha mantenido en niveles cercanos al 100% del volumen contratado y de manera continua.
Esta fórmula de aprovisionamiento es muy ventajosa para Chile, entendiendo que los contratos “firmes” son la figura prevalente también a nivel internacional. Estos contratos son una importante herramienta jurídica para garantizar, tanto al cliente que adquiere el gas natural como a las empresas transportistas, la rentabilidad sobre inversiones efectuadas.
Aún más, incluso en su versión estacional de verano, a través de estos contratos se avanza hacia una nueva construcción de confianzas en la integración energética dentro del continente. Tanto Chile como Argentina han ganado certidumbre sobre los volúmenes de gas a ser transados.
Considerando que hoy está en trámite parlamentario una iniciativa legal que incluye ajustes en el mercado del gas natural, parece necesario no sólo preservar condiciones que han habilitado su desarrollo hasta ahora, sino también fortalecer el marco regulatorio local para que este energético juegue el rol más valioso posible, en tiempos de estrechez en el sistema y cuando deben tomarse las medidas necesarias para contar -de forma previsible y constante- con recursos para enfrentar un escenario complejo.
En suma, la buena noticia de la llegada de gas argentino en condiciones firmes o ininterrumpibles, además de la existencia de contratos de largo plazo de GNL que permiten la llegada de este combustible desde distintos orígenes alrededor del mundo, nos apuntala aún más en el propósito compartido, a nivel público y privado, de transitar a la carbono neutralidad con una perspectiva de seguridad energética.
Carlos Cortés
Presidente ejecutivo de AGN Chile