DURANTE el último año se ha dicho muchas veces que la distribución de gas por red es un monopolio natural. En esta Breve mostramos que la distribución de gas por red sólo es monopolio natural en Magallanes; no lo es en Santiago, Valparaíso o Concepción. Con datos aportados por Metrogas, mostramos que en Santiago la distribución de gas por red no pasa el test básico de monopolio natural (1).
(1) Esta Breve está basada en un trabajo más extenso: “La economía básica de la distribución de gas por red en Chile”, estudio que encargó la Asociación de Distribuidores de Gas Natural AGN.
La tesis del monopolio natural y un hecho incómodo
Existe un monopolio natural cuando es más barato producir toda la cantidad demandada en un mercado en una sola empresa (2). Dos ejemplos clásicos son la distribución de electricidad en baja tensión y el agua potable y alcantarillado. La telefonía fija solía ser un monopolio natural clásico, pero a pesar de que sigue siendo una red, dejó de serlo porque apareció un sustituto divisible, la telefonía móvil.
La distribución de gas por redes también es monopolio natural en muchas ciudades del mundo. Así, por ejemplo, los hogares de Punta Arenas, Nueva York o Hamburgo reciben casi todas las Btus que usan para cocinar, calefaccionar y calentar agua desde una red de distribución en forma de gas natural (3).
El hecho observable más directo de un monopolio natural es que todos le compran, porque en equilibrio hay una sola firma en el mercado relevante. Sin embargo, en Santiago, Valparaíso o Concepción la mayoría de los hogares y comercios cocinan, calientan agua y calefaccionan con gas licuado y no reciben gas por red. En parte esto ocurre porque en zonas extensas de cada ciudad no hay red desplegada, pero también porque no todas las direcciones con acceso a una conexión eligen el gas por red (4).
El Plano 1 muestra, en azul, por dónde pasa la red terciaria de distribución de gas. El Plano 2 muestra, manzana por manzana, la penetración del gas por red en Santiago. En rojo se muestran aquellas manzanas tales que más del 90% de las direcciones está conectada al gas por red; en las manzanas coloreadas con naranja la proporción varía entre 60,1% y 90%; en aquellas coloreadas en amarillo, varía entre 30,1% y 60%; y en las manzanas coloreadas con verde, varía entre 0,1% y 30%. Finalmente, en gris se muestran aquellas manzanas en que no hay direcciones conectadas al gas por red.
La predominancia del gris, que refleja la cobertura limitada de la red, y el escaso rojo, muestran que la penetración del gas por red en Santiago es baja. Medido por el número de direcciones, en Santiago hay 1.709.490 clientes potenciales, pero sólo 498.978 están conectados (29% o uno de cada tres). La cobertura limitada de la red implica que la red de gas actual podría conectar solamente a 767.568 clientes (45% o uno de cada dos direcciones). Sin embargo, de los 767.568 clientes potenciales en manzanas con acceso a la red, solamente 498.978 están conectados (65% o dos de cada tres) (5). Y, tal como se aprecia en el Plano 2, la penetración del gas por red varía entre manzanas: si bien la media es 65%, la desviación estándar es 33%, la mediana es 73% y en el 20% de las manzanas la penetración es menor que 25%. Así, ocurre con frecuencia que, de dos clientes similares y vecinos, sólo uno elige conectarse.
La cobertura limitada de la red de gas y su penetración incompleta y variable en aquellas manzanas por donde pasa la red ponen en serios aprietos a la tesis del monopolio natural. El hecho se repite en Concepción y en la conurbación de Valparaíso y Viña.
A continuación explicaremos por qué la cobertura del gas por red es incompleta y mostraremos que la tesis falla el test básico del monopolio natural.
El gas por red y sus sustitutos
¿Por qué es incompleta la penetración del gas por red? Una causa directa es que las distribuidoras de gas por red no han desplegado su red por todo Santiago. Pero también ocurre que muchos consumidores potenciales han elegido no conectarse al gas por red. La sustitución del gas por red por otro combustible es palmaria—esos comercios y hogares no dejan de cocinar, calefaccionar o calentar agua.
Cuando se trata de pequeños comercios y hogares el sustituto más directo es el gas licuado en balón o estanque a granel. La sustitución física es simple y casi perfecta, porque el gas licuado sirve para cocinar, calefaccionar y calentar agua en los mismos aparatos que usan gas por red. La sustitución económica es un tanto más imperfecta, porque para cambiarse es necesario reconvertir los aparatos, revisar las redes interiores y certificar que las instalaciones y los aparatos cumplan con la normativa de la SEC. Además, cuando se trata de gas por red o gas licuado a granel son necesarias inversiones adicionales. Por último, la sustitución requiere la atención y acción del consumidor por algún tiempo, lo que seguramente es un tanto molesto, tal como lo son tantos otros apuros de la vida diaria de todos nosotros.
En los hechos la rotación de clientes residenciales y comerciales es baja. Por ejemplo, entre 2004 y 2013 Metrogas perdió en promedio el 1,3% de sus clientes cada año, sumando poco más de 54.000 en 10 años (el total de clientes residenciales y comerciales en diciembre de 2013 era igual a poco más de 489.000) (6). Con todo, las consecuencias competitivas de los costos de cambio se suelen exagerar. En primer lugar, las empresas asumen buena parte de los costos de cambio: los distribuidores de gas por red invierten para conectar y, cuando se trata de gas licuado a granel, la empresa instala el estanque. Además, en ambos casos las empresas reconvierten y asumen la responsabilidad de que las instalaciones dentro de la propiedad del cliente cumplan con las normas que impone la SEC. En segundo lugar, en la medida que los costos de cambio no sean prohibitivos, sólo atenúan la intensidad de la competencia en precios pero no la anulan. La consecuencia son márgenes más altos que los perfectamente competitivos.
Por último, y más importante, cuando un distribuidor de gas por red elige su política de precios enfrenta restricciones. Una es que debe comprometerse creíblemente a mantener sus precios cercanos al precio de los sustitutos, precisamente porque existen costos de cambio. En efecto, si el distribuidor se hace de una reputación de explotar los costos de cambio para cobrar mucho más que el sustituto, se arriesga a perder clientes y, seguramente, no le será fácil atraerlos de vuelta. Y, por lo mismo, si se comporta de manera oportunista, seguramente le costará atraer clientes nuevos. Por eso, si bien se ha dicho que al distribuidor le conviene explotar los costos de cambio mientras pueda, cuando se trata de empresas que han hundido redes de distribución cuya duración y periodos de repago se miden en décadas, tal oportunismo suena torpe y en cualquier caso no tiene sentido económico. Es indicio que la política de precios ha sido creíble el hecho que el número de clientes residenciales y comerciales ha crecido desde 321.000 a fines de 2004 hasta 489.000 en diciembre de 2013.
La segunda restricción es que la ley obliga a los distribuidores de gas por red a no discriminar precios. Por eso, si el distribuidor aspira a captar clientes adicionales, debe cobrarles tarifas similares a los clientes ya conectados. Al mismo tiempo, los proveedores de sustitutos pueden discriminar precios. Se puede demostrar que, en general, si un proveedor está forzado a cobrar precios uniformes mientras otros pueden discriminar, el forzado a cobrar precios uniformes cobra menos.
Dependiendo del uso y de la región, los sustitutos del gas por red también incluyen a la parafina y el diésel (calefacción), la leña (calefacción) y la electricidad (calefacción, cocinar, calentar agua). Estos combustibles son físicamente distintos, pero son sustitutos a pesar de todo porque la demanda por combustibles es una demanda por energía derivada de los usos —los consumidores demanda Btus. Si bien casi ningún consumidor pequeño calcula el costo por Btu, “la cuenta” necesaria para cocinar, calefaccionar o calentar agua informa sobre el costo relativo de las alternativas.
Por supuesto, algunas características de los combustibles o de los aparatos que los usan también influyen la decisión de un consumidor y afectan los costos relativos de una y otra alternativa. Por ejemplo, calefaccionar con parafina cuesta menos por Btu que hacerlo con gas por red o gas licuado a granel, pero el olor no es agradable y comprar combustible en estaciones de servicio y almacenarlo en bidones es un tanto más incómodo. Pero esta diferencia no siempre favorece al gas por red. Por ejemplo, la mayoría de los grandes edificios de oficinas climatizadas no se conectan al gas por red porque instalan equipos de aire acondicionado. Y una vez que se invierte en equipos de aire acondicionado, éstos se pueden usar en invierno para calefaccionar, haciendo innecesario el gas.
El test directo del monopolio natural
(o ¿cuánto costaría distribuir por redes todas las BTU consumidas en Santiago?)
Un monopolio natural tiene una ventaja de costos irremontable para cualquier sustituto a la escala de la demanda del mercado relevante. En este caso, la industria sería un monopolio natural si conducir y distribuir Btus por red fuese considerablemente más barato que hacerlo por balón o estanques.
Según la estimación de Metrogas, y tal como se muestra en el Cuadro 1, en 2013 los hogares y comercios de Santiago consumieron 12 billones de Btus de gas natural distribuido por red. La anualidad de la inversión de la distribución por red (que no incluye al combustible) suma US$186,5 millones y el costo de distribución por millón de Btus (MMBtu) es igual a US$15,6 (7 y 8). Al mismo tiempo, en 2013 los hogares y comercios de Santiago consumieron 19,3 billones de Btus de gas licuado distribuidos en balón o a granel. El costo total de distribución, si todo se hubiese distribuido en balones de 45kg, hubiese sido US$268,2 millones (9). En promedio, cada millón de Btus distribuido hubiese costado US$13,9. En conclusión, distribuir hoy los 31,3 billones de Btus combinando gas por red y gas en balón o estanque mediante camiones costaría US$454,7 millones de dólares o US$ 14,5 MMBtu. Esto implica que si la distribución de Btus por red fuese un monopolio natural, el costo total y por Btu debería ser menor.
¿Qué dice el test del monopolio natural? El panel B del Cuadro 1 muestra que el costo de la anualidad de la inversión necesaria para distribuir los 19,3 billones de Btus por red sería US$439,4 millones, 64% más. Así, el costo total de distribuir los 31,3 billones de Btus por red sería US$626 millones de dólares, 38% más que el costo de distribución actual. Por supuesto, este cálculo no es completamente exacto; sin embargo, la magnitud de la diferencia es suficientemente grande para concluir que el costo total de distribución por red es mayor que la situación actual—la distribución de Btus en Santiago no es monopolio natural.
La Economía básica de la baja penetración del gas por red
¿Por qué aumentarían los costos de distribución si el gas licuado se sustituye por gas por red? Para distribuir gas por red se necesita una red primaria que reparte el gas por la ciudad (en el Plano 1 se dibuja en rojo); otra secundaria, que lo acerca hacia los puntos de consumo (en el Plano 1 se dibuja en verde); una red terciaria, que llega a cada consumidor residencial o comercial (en el Plano 1 la red azul); y reconvertir aparatos y certificar las instalaciones de cada consumidor. Quizás pueda sorprender, pero el costo incremental de extender la red terciaria es creciente. Por el contrario, el costo de distribuir gas en balón o a granel requiere inversiones divisibles y varía menos entre clientes. Por eso, la función de costos de distribuir gas en balón debería exhibir retornos constantes a escala, hecho que es aparente de la baja variación del costo de distribución entre ciudades de Chile.
Conviene revisar con algo más de detalle el porqué del costo incremental creciente al extender el gas por red. Las inversiones en redes, conversiones y certificaciones se hunden. Al mismo tiempo, cuando se trata de la red terciaria y las reconversiones, las inversiones son incrementales —se invierte para conectar a nuevos clientes y el costo se puede evitar si no se conecta a determinado grupo de clientes. Una implicancia es que el costo incremental por Btu distribuida varía entre clientes. En efecto, todo lo demás constante, el costo por millón de Btu de llegar con el gas a una dirección determinada aumenta con el largo del frente del predio (se necesitan más metros de red terciaria); cae con el volumen de consumo (las mismas inversiones se prorratean en más Btus); cae con la penetración (mientras mayor sea el porcentaje de direcciones conectadas en una misma manzana o calle, menor el costo por Btu distribuida); y aumenta con el costo de la conversión.
¿Qué tan grande es esta variación de costos incrementales? El Plano 3 muestra el costo de distribuir Btus por red relativo al costo de distribuirlas en balones de 45 kg (10,11). En verde oscuro se pintan las manzanas tales que el costo por millón de Btu de distribuir por una red es no más que la mitad del costo de distribución por balón de 45 kg. En verde claro se pintan las manzanas tales que la razón varía entre 0,5 y 1. En naranjo, aparecen las manzanas tales que el costo de distribuir gas por red es entre una y dos veces el costo de distribuirlas por balón de 45 kg. Por último, en rojo aparecen las manzanas tales que la razón es dos veces o más. Si la distribución de gas por red fuese monopolio natural, todo el plano sería de color verde oscuro. Por el contrario, en el plano predomina el naranjo y hay más hectáreas cubiertas de rojo que de verde.
El Plano 4 le superpone la red de distribución de gas al Plano 3. Se puede apreciar que la red terciaria tiende a estar desplegada sobre las manzanas verdes. Más interesante aun, cuando hay red terciaria fuera del cono oriente de Santiago, ésta aparece en manzanas donde es más barato distribuir gas por red que en balón. Y el que la penetración del gas por red no sea 100% en buena parte de las manzanas por donde pasa la red tampoco debería sorprender, pues predominan los verdes claro — la ventaja de costos de distribuir gas por red, si bien existe en determinadas zonas, no es irremontable.
El lector atento notará, con todo, que la red también cubre algunos lugares donde sería más barato distribuir Btus en balón. Para entender por qué es conveniente recordar que el gas por red se masificó en Santiago, la V Región y en Concepción debido al gas argentino. Este llegó a unos $3/MMBtu (a precios actuales), más barato que el GLP, que costaba unos US$7/MMBtu. Esa diferencia entre el costo de combustibles justificaba extender la red incluso a puntos donde distribuir por red era un poco más caro que distribuir GLP.
El monopolio natural chileno
En Punta Arenas, Puerto Natales y Porvenir la cobertura del gas por red es completa y el gas licuado es casi inexistente. En esa región la distribución de gas por red es un monopolio natural —es más barato distribuir Btus por red que hacerlo en balones o a granel.
¿Cómo es posible que una red sea monopolio natural en una ciudad y no en otra? El costo por millón de Btus de gas distribuido cae con el volumen. En las tres ciudades de Magallanes la red de gas cubre unas 2.000 hectáreas, y en 2013 se distribuyeron por ella 9,3 billones de Btus, o 4.650 millones de Btu por hectárea. En Santiago, por contraste, la red terciaría cubre unas 25,000 hectáreas, pero en 2013 se distribuyeron apenas un tercio más de Btus que en Magallanes, 12 billones. Por lo mismo, el consumo por hectárea en Santiago es un décimo del consumo por hectárea en Magallanes. No es sorprendente que en Magallanes el costo de distribución sea US$1,4 MMBtu, casi exactamente un décimo del costo que Metrogas estima para su red (12).
Nótese que el costo de distribuir gas licuado en Magallanes sería más bajo que en Santiago. Según una estimación de Gasco Magallanes, distribuir gas a granel costaría entre US$5 y US$6 por MMBtu, contra los US$ 13,9 MMBtu que cuesta distribuir gas licuado en balones de 45 kg en Santiago. En efecto, es más barato distribuir gas a granel en una superficie pequeña gestionado centralmente desde la compañía de gas, que hacerlo por balón en una ciudad de gran extensión como Santiago a través de una red de distribuidores minoristas independientes. Sin embargo, el consumo por hogar en Magallanes es tan alto, que cualquier ventaja logística de la distribución del gas licuado es superado por el uso intensivo de la red.
Conclusión
En último término, dos razones explican por qué la distribución de gas por red no es monopolio natural en Santiago, Valparaíso y Concepción. Una es que el ingreso de buena parte de los hogares es bajo, lo que implica consumos relativamente bajos de Btus. Y la otra es el clima: en las tres ciudades es templado, lo que permite vivir buena parte del año sin calefacción. El primer factor ha ido cambiando en el tiempo, a medida que el ingreso ha ido aumentando. El segundo factor es permanente. Como sea, volúmenes de consumo bajos por cliente implican que, por bastante tiempo, la tecnología divisible con que se distribuye gas licuado continuará siendo más eficiente.
NOTAS
1. Esta Breve está basada en un trabajo más extenso, “La economía básica de la distribución de gas por red en Chile”, que encargó la Asociación de Distribuidores de Gas Natural (AGN). Las opiniones son nuestras, no de la AGN. Los planos y los datos fueron producidos por Metrogas.
2. Técnicamente, esto ocurre cuando la función de costos es subaditiva en el rango relevante de producción.
3. La cantidad de energía que contiene un combustible se suele medir en calorías o British thermal units (Btu). Una Btu es la cantidad de energía necesaria para calentar en un grado Celcius un gramo de agua a presión ambiente y al nivel de mar). Un metro cúbico de gas natural contiene cerca de 9.300.000 calorías o 9.300 kilo calorías y 36.880 Btus. El Para lograr la misma energía que la entregada por un metro cúbico de gas natural se necesitan 0,8 kg. de gas licuado, 10,8 kWh de electricidad o 1,1 litros de kerosene.
4. Los datos de penetración y cobertura suelen reportarse en términos de “predios” o “direcciones”. Un predio puede ser una casa, un sitio, un edificio o un centro comercial. Una dirección puede ser una casa, un sitio, un departamento u oficina dentro de un edificio o un local dentro de un centro comercial.
5. En algunas zonas de Santiago donde hay muchas oficinas, la penetración del gas por red, a nivel de dirección, es baja porque las oficinas no tienen conexión al gas.
6. Se incluyen los clientes que retiran su medidor y aquellos que dejan de consumir por más de 12 meses.
7. El costo de distribuir el gas licuado es algo menor, porque una parte se vende a granel. Por eso, seguramente el cálculo sobreestima el costo de distribuir gas licuado.
8. Los activos de la red de distribución, incluyendo las reconversiones, se valoran a valor nuevo de reemplazo a precios de mercado de 2013. La tasa de descuento se supuso igual a 11%.
9. El costo de distribución del gas licuado en balones de 45 kg se estimó restándole al precio de venta a consumidores el costo del gas licuado. Los precios se recolectaron semanalmente entre enero y agosto de este año. El costo promedio resultó ser US$13,9 MMBtu; el coeficiente de variación es igual a 1,7%.
10. Vale decir, el plano reporta la magnitud de la razón (costo por MMBtu distribuido por red)/(costo por MMBtu distribuido en balón de 45 kg.
11. Para estimar el costo de distribución por Btu del gas por red se necesita estimar el consumo medio de cada dirección. El consumo de cada dirección se estimó a partir del consumo del respectivo grupo socioeconómico ajustando por la composición del hogar, la que se obtuvo del censo de 2002. Metrogas lo estimó a partir del consumo medio su cartera de acuerdo al grupo socioeconómico según el censo de 2002, distinguiendo entre casas y departamentos. Para las comunas sin datos suficientes para extrapolar, se supuso un consumo medio similar a las comunas colindantes que tuvieran clientes.
12. La estimación del costo proviene del estudio tarifario de la última fijación de tarifas en Magallanes.