Hasta hace algunos años, la mayoría de los ciudadanos sólo consideraba la variable económica para decidir en qué tipo de calefacción invertirían. Sin embargo, y para beneficio de los propios consumidores, esto ha ido cambiando.
De la mano de antecedentes emanados de centros de estudios y universidades, las familias han comprendido que aquellos olores que se concentraban en las casas, o el humo que sale desde los ductos o chimeneas tienen una consecuencia directa en la salud, en especial en los segmentos etarios más vulnerables: niños y adultos mayores.
La gente ha ido tomando conciencia de la gravedad del problema que genera la contaminación al interior de los hogares, con potenciales efectos muy nocivos para la salud, pudiendo provocar daños acumulativos al sistema respiratorio, intoxicaciones e incluso la muerte.
El tema adquiere más relevancia si se considera que el Centro de Información Toxicológica de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CITUC), estima que la exposición a contaminantes emanados de estufas que combustionan dentro del hogar -monóxido de carbono, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno o material particulado fino (PM2,5)- son la tercera causa de intoxicaciones en Chile.
Lamentablemente, aún el país no cuenta con una regulación que permita a los ciudadanos tomar decisiones informadas al momento de elegir su sistema de calefacción y conocer cifras certeras respecto a este problema. Pero estos vacíos están en proceso de cambio: a inicios de junio un grupo de diputados ingresó a la Cámara un proyecto de ley que busca que los fabricantes den cuenta del nivel de emisiones que puedan ocasionar sus artefactos.
Por lo pronto, y de acuerdo a los estudios del Observatorio Mediombiental Domiciliario (Omad) del DICTUC, tenemos dos certezas: todas las estufas que combustionan al interior del hogar -el estudio midió las que usan parafina, gas licuado, gas natural y los braseros- generan contaminación, siendo los artefactos a parafina los que más contribuyen a este problema, en especial, cuando se analizan las emisiones del dañino material particulado 2,5. Por el contrario la calefacción central, las estufas eléctricas y las que poseen ducto de evacuación de gases generan 0% de contaminación.
Eso al menos en la variable que tenemos dentro de los hogares, pero ¿Qué está sucediendo afuera? En los últimos días, a raíz de los críticos episodios de contaminación del aire que ha tenido Santiago y que se repiten en forma persistente en otras ciudades del país como Temuco y Coyhaique, se han hecho fuertes advertencias respecto a la contaminación atmosférica que genera la calefacción a leña.
Resulta de toda lógica que esta variable, al igual que el caso de la contaminación intradomiciliaria, sea tomada en cuenta a la hora de invertir en sistemas de calefacción, porque en definitiva los problemas de contaminación ocasionan daños a la salud y por ende un costo económico. Dicho de otra forma, la variable económica para elegir en qué invertir no sólo debe estar supeditada al costo de los artefactos o estufas, sino que también a los eventuales daños y perjuicios que puedan ocasionar.
Las principales ciudades del país hoy cuentan con un suministro estable y continuo de gas natural, combustible que logra sortear con éxito los problemas de contaminación (ya sea dentro o fuera del hogar), dada las característica de este energético. Por las consecuencias de lo anteriormente señalado, nuestro llamado es a informarse y tomar decisiones.